Agradeciendo a Dios por el Ministerio

1° Timoteo 1:12-14
“Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio. habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; mas fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad. Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús”.
Una credencial de ministro o un título de cualquier seminario teológica, no nos hace ministro de Jesucristo. Es Dios quien llama y pone en el ministerio. Y esto es suficiente para darle las gracias a Dios todos los días de nuestras vidas, porque entre tantos creyentes, a Jesús le plació escogerte a ti y a mí.
El apóstol Pablo dice: “Doy gracias al que me fortaleció”. En el ministerio muchas veces uno se agota, se cansa. El ministerio consume a veces mucho tiempo. El ministerio requiere de mucha fortaleza. Física – Emocional – Espiritual.
“A Cristo Jesús nuestro Señor”. El éxito en el ministerio, depende del lugar que Jesús tenga en nuestras vidas. La palabra Señor en griego es Kyrios, y se le aplicaba al Cesar. Para el ministro Jesús es el verdadero Kyrios. El reconocerlo como el Señor de nuestras vidas, requiere humildad, renuncia personal y obediencia.
“Porque me tuvo por fiel”. Sin fidelidad no hay ministerio bendecido, así que tenemos que serle fiel todo el tiempo. Al señor no le agrada la aparente fidelidad, o una fidelidad por conveniencia.
“Poniéndome en el ministerio”. Algunos se han puesto así mismo en el ministerio. Otros han sido puestos por alguien. El verdadero ministro es puesto por Dios, y si Dios te puso, él te va a sostener y respaldar.
Demos siempre gracias a Dios por el ministerio, que él puso en nuestras manos, y cumplamos con el propósito para el cual él nos ha llamado. Vivamos fielmente hasta que él venga o la muerte nos lleve a su presencia.
David R. Ceballos
Supervisor Nacional IDP Colombia